Amina Awmalin es etíope y vive en la woreda de South Jijiga, ubicada en el municipio de Hanchebi, en la región Somalí de Etiopía. Tiene 45 años, está casada y es madre de 8 hijos. Actualmente, se dedica a la cría de cabras, una actividad que le permite generar sus propios ingresos y garantizar la subsistencia de su familia.
Esto ha sido posible gracias al apoyo que ha recibido en el marco del convenio que estamos desarrollando en Etiopía de la mano de la AECID, en consorcio con la ONG Rescate, y en colaboración con nuestros socios locales Ethiopian Catholic Church Social and Development Commission (ECC-SDCO) y Horn of Africa Voluntary Youth Committee (HAVOYOCO).
Esta iniciativa tiene como objetivo fortalecer los medios de vida de las comunidades agropastoras somalíes que viven una situación de vulnerabilidad por su exposición a las situaciones extremas causados por el clima y otros desastres sociales y económicos. De esta forma, trata de impulsar y consolidar el desarrollo rural, el acceso al agua y el cuidado del medio ambiente para garantizar la resiliencia de estas comunidades rurales.
La situación anterior
Antes de participar en las actividades de este convenio, Amina recuerda: “Nuestra situación era muy difícil: carecíamos de medios de vida, éramos muy vulnerables, los alimentos eran insuficientes y el ganado se nos moría a causa de la sequía”. Así, explica que su comunidad vivió varios períodos seguidos y prolongados de escasez de agua, un fenómeno que dificultaba la subsistencia de sus miembros. “No teníamos suficiente comida para nuestras familias, pese a que recibíamos a veces algo de ayuda alimentaria por parte del gobierno”, añade.
Gracias a la formación en técnicas y prácticas sobre agricultura y ganadería sostenibles, Amina pudo unirse a un grupo de generación de ingresos por cría de ganado. Inició su pequeño negocio de cría y venta con dos cabras que recibió como parte de las actividades del convenio. También participó en diversas capacitaciones sobre generación de ingresos y empoderamiento femenino. Desde entonces, Amina ha logrado ampliar su ganado con 11 cabras, y gracias a los beneficios de esta actividad puede contribuir, junto a su marido, a los gastos del hogar y a la compra de ropa y alimentos para sus hijos.
Otro de los beneficios del convenio ha sido la construcción de un pozo, que ha supuesto una gran ayuda para la comunidad. “Nos ha beneficiado mucho, ya que ahora disponemos de agua”, comenta Amina. Ahora, Amina puede optimizar su tiempo y tareas, ya que antes dedicaba cinco horas diarias a buscar agua en ríos o estanques lejanos, donde la calidad del agua no siempre era adecuada, causando enfermedades frecuentes.
A pesar de estas mejoras, Amina reconoce que hay muchas personas en la zona que mantienen una situación de vulnerabilidad y necesidad. Por esta razón, se compromete a “mostrar cómo he cambiado y animar a otros a mejorar sus condiciones de vida”, ya que “con los conocimientos que tenemos ahora somos capaces de optimizar nuestros ingresos y la gestión de nuestros recursos naturales”.
Hacer frente al cambio climático
Las consecuencias del cambio climático en la región Somalí son patentes y, en muchas ocasiones, se manifiestan de forma extrema. “Sufrimos sequías y los efectos de la degradación del medio ambiente”, lamenta Amina.
En este sentido, la formación que se imparte en el marco del convenio es clave, ya que “antes no teníamos conocimiento sobre el cambio climático y cómo nos impactaba”, reconoce. De esta forma, personas como Amina han descubierto que son necesarias ciertas acciones para poder adaptarse a este fenómeno y hacer frente a sus efectos: “He aprendido medidas de conservación del suelo y del agua encaminadas a proteger el medio ambiente y asegurar la producción de más alimentos”, explica.
Además, como parte del convenio, los participantes han recibido entre cuatro y cinco plantones de árboles para plantarlos y cultivarlos cerca de sus hogares. Gracias a esto, Amina dispone de un pequeño terreno con cultivos, árboles frutales y plantas forrajeras que mejoran la alimentación de su familia y de su ganado.
Los beneficios de estas iniciativas son tales que Amina confiesa: “El microclima de nuestra área ha cambiado, porque al haber cada vez más árboles, consecuentemente, disponemos de más agua”. Incluso, comenta que muchos vecinos se suelen acercar ahora a su propiedad para disfrutar de la sombra de los árboles y “adoptan las prácticas que desarrollamos nosotros al comprobar todo lo que hemos conseguido”.