El pasado 16 de junio se celebró en Roma una reunión promovida por el Centro de Estudios de Oriente Medio de la FPSC en Italia con el título «Oriente Medio inestable, visto desde Pekín y Teherán», que contó con la participación de S.E. Sr. Alberto Bradanini – Presidente del Centro de Estudios de China Contemporánea, ex-Embajador de Italia en Pekín (2013-2015) y Teherán (2008-2013) y del Profesor Alessandro Dri – Profesor de Derecho Comercial, China University of Political Sciences and Law.
El embajador Bradanini ilustró el actual escenario de Oriente Medio dividido en dos frentes con Qatar y Turquía, por un lado, y Arabia Saudita, Bahréin, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos, por otro, tras la crisis diplomática entre Qatar y los demás países del Golfo.
En este contexto, según Bradanini, China juega el papel de regulador externo y, sobre todo, el país mantiene buenas relaciones con Irán, apoyando -por ejemplo- la entrada del país en la Organización de Cooperación de Shanghai (SCO).
«El chino Xi Jinping no tiene interés en desencadenar un pulverizador entre los países del Golfo», dijo el embajador, «y especialmente por razones económicas». Arabia Saudita es de hecho el primer socio comercial en Oriente Medio, mientras que Irán será un socio clave para el programa chino «One belt one road».
Este programa fue ilustrado por el Prof. Dri: una inmensa red de comunicaciones terrestres y marítimas en Eurasia para revivir el antiguo esplendor de la Ruta de la Seda.
Para completar la construcción de infraestructura multimillonaria que conecta a China con la UE, los chinos tendrán que caminar sobre una delgada línea para mantener su proverbial neutralidad en las relaciones diplomáticas en el Medio Oriente. No es casualidad que los diplomáticos chinos de la ONU hayan votado a favor, haciendo un guiño a los saudíes, sobre la notoria resolución 2334 sobre la ilegalidad de los asentamientos israelíes en Cisjordania, cuando la administración de Obama, al atardecer, había decidido abstenerse.