Tras la experiencia del campamento “solidario” en Betanzos, las jóvenes que han participado en él se muestran muy contentas, y algunas de ellas comentan: “No hace falta irse a otros países. Aquí, en España, en verano, podemos hacer un voluntariado muy necesario”, “Muchas personas en estos días necesitan de esta actividad, algunas personas se encuentran más solas…”. Se sienten responsables y afortunadas por haber podido compartir su tiempo con todos los que han formado parte de esta actividad.
En muchos de los campamentos de verano que la FPSC organiza para asociaciones juveniles de mujeres, las actividades de voluntariado se programan como eje central; junto a ellas, también hay espacio para actividades interculturales, deportivas y lúdicas.
Estos campamentos solidarios suponen un espacio de convivencia que permite a las jóvenes intercambiar experiencias y buenas prácticas.
Una de las actividades previstas en el campamento “solidario” en Betanzos, se realizó en el Centro ocupacional de personas con discapacidad Pai Menni, donde se trabajó en 4 aulas diferentes. En una de ellas, se encontraban personas con discapacidad intelectual más severa, con las que las voluntarias crearon un vínculo muy fuerte. En las otras tres aulas, destinadas a la realización de talleres, las voluntarias, de la mano de los trabajadores sociales, realizaron actividades de ocio, manualidades, juegos, etc.
De otra parte, en la Escuela Infantil Niño Jesús, de la Fundación Raiola, las jóvenes voluntarias desarrollaron actividades de apoyo al personal con niños de 1 a 5 años de edad. Entre ellas, cuentacuentos, actividades para desarrollar la psicomotricidad y actividades de ocio al aire libre.
Por último, en una Residencia de Mayores de la localidad, además de labores de ayuda a las enfermeras, se realizaron actividades de acompañamiento, “pero sobre todo, nos dimos cuenta que la mayor necesidad que podíamos cubrir era la de escuchar, sonreír, a estos amigos mayores que necesitan contar recuerdos de su vida, vivencias personales, raíces familiares, preocupaciones”.
Las voluntarias ya piensan en repetir la experiencia el próximo verano.