En el contexto de nuestro proyecto “Jóvenes palestinos de Área C empoderados/as de forma sostenible y equitativa frente a la COVID-19 a través del sector agronegocios” que implementamos con nuestro socio local Palestinian Agricultural Relief Committees (PARC) y está financiado por AECID, tuvo lugar ayer una visita a cuatro de los 17 jóvenes cuyas ideas de emprendimiento fueron seleccionadas de entre más de 230 candidatos, convirtiéndose en modelos de negocio viable tras la fase de incubación y recibiendo capital semilla para la creación de sus start-up.
El equipo de proyectos estuvo acompañado por la delegación de la Oficina Técnica de Cooperación de AECID en Jerusalén, y tuvieron la oportunidad de conocer de primera mano la historia de cada uno de los/as emprendedores/as que han visto cumplido su sueño de poner en marcha su propio negocio en el Valle del Jordán, Área C.
El recorrido se inició en Zbeidat acompañando al grupo de trabajo de empaquetado de albahaca para la exportación a mercados internacionales (EEUU y Europa, entre ellos). La empresa da trabajo a 27 mujeres y 3 hombres que se dedican a la recolección, selección y empaquetado de albahaca de los agricultores de la zona, por lo que los agricultores reciben un precio justo y los trabajadores de la planta un salario digno y condiciones de empleo decentes sin tener que recurrir a la búsqueda de empleo en los asentamientos israelíes cercanos.
Con la construcción de la nueva planta, que comenzará a funcionar a pleno rendimiento en 4 semanas, se espera aumentar a 50 el número de trabajadores e incluir dos nuevos cultivos para la exportación.
La visita continuó con Derar, un joven estudiante universitario y productor a pequeña escala de frutas, que identificó la necesidad de crear en Jiftlek, localidad con gran tradición en el cultivo de la variedad de dátiles Mejdoul, unos sacos especiales para proteger los frutos en las palmeras llamados “mallas anti trips”. Estas llevan unas micro perforaciones dejando circular el aire por el saco pero impidiendo el acceso a los insectos, por lo que protegen los dátiles hasta la recolección. Su negocio es el único en el Valle del Jordán por lo que su lanzamiento al mercado a precio de producto local lo hace altamente competitivo frente a la oferta actual de mallas procedentes de China o del mercado Israelí. Consumir productos locales ayuda a la economía de la zona (cada euro gastado en productos cercanos genera el doble para la economía local), además de crear puestos de trabajo, ya que inicialmente 3 mujeres de la zona serán las encargadas de la confección/reparación de las mallas, con lo que continuarán generando riqueza y puestos de empleo dentro de su comunidad.
Más tarde la delegación se desplazó a Atouf para conocer a Kifah, una joven técnico de laboratorio, que se decidió a cultivar pitaya, fruta nada convencional pero con gran demanda en el mercado Palestino. El cultivo pertenece a la familia de los cactus por lo que el clima seco y caluroso del Valle del Jordán favorece su producción, y su limitado consumo de agua lo convierte en una elección excelente para asegurar la sostenibilidad de la producción.
La pitaya es rica en fibra, antioxidantes, fitonutrientes, vitaminas y minerales, además de contener ácidos grasos saludables y probióticos. Kifah utiliza abonos y fertilizantes ecológicos, asegurando así un producto final óptimo, sostenible y de calidad.
El día se cerró con la visita a Mohammad y su empresa de creación de pienso para alimentar ganado con el cultivo de wolffia, planta acuática que crece en aguas estancas por lo que, con la ayuda del proyecto, se han construido 4 piscinas estanques especiales. Mohammad ha trabajado en un proyecto de investigación de esta planta en Turquía y se decidió a trasladar la experiencia a su tierra. Esta planta de gran valor proteico será más tarde mezclada con maíz para aumentar el valor calórico y asegurar una buena alimentación del ganado. Para hacer un uso lo más sostenible posible de los recursos, se han instalado junto a los estanques dos piscinas más donde se criará tilapia, cuyos residuos orgánicos se usarán de fertilizante natural para las plantas y que serán más tarde vendido en el mercado local. Así mismo, el agua de la wolffia será usada, tras un proceso de filtrado, para el riego de cultivos de patata situados al lado de los estanques, mientras que la electricidad necesaria para alimentar la maquinaria de secado y triturado de las mimas, procede de placas solares. Todo un ejemplo de modelo de negocio innovador y respetuoso con el medio ambiente.
¡Desde Fundación estamos muy orgullosos de todos ellos!