El webinar contó con la participación de Begoña Casas Sierra, Profesora de Economía y Empresa de la Universidad Europea de Madrid que durante años trabajó en el Departamento de Proyectos de Fundación Promoción Social.
En su ponencia abordó cuestiones como el ecosistema emergente de las empresas Start Up, analizando este sector a nivel mundial, pero también en Oriente Medio y en los países en desarrollo.
Al abordar la realidad de estos centros internacionales que están desarrollando emprendimientos, se abre la posibilidad de mapear la realidad del emprendimiento y animar a los jóvenes universitarios, potenciales emprendedores, a acercarse a ellos, identificando potenciales mercados, financiadores e inversores internacionales y recabando ideas de éxito aplicables a la realidad Palestina.
Begoña Casas comentó que Tel Aviv-Jerusalén se encuentra entre los 6 primeros puestos del Ranking Global de Ecosistemas de Startups, incluyendo los siguientes sectores principales de emprendimiento: Inteligencia artificial, Ciberseguridad, Big Data y analítica.
La ponente, conocedora de la situación de extrema dificultad para el desarrollo de los agronegocios en esta área, ofreció información práctica para acometer nuevos negocios, buscando la diferenciación y la innovación, y alentó a los jóvenes participantes a acometer sus emprendimientos diversificando riesgos y a buscar estrategias de negocio enfocadas al crecimiento en base a una eficiente gestión los productos y clientes.
La Fundación, junto con su socio local Palestinian Agricultural Relief Committees (PARC), ha organizado este webinar en el marco del proyecto financiado por AECID dirigido a recuperar medios de vida sostenibles que mejoren la resiliencia de la población más vulnerable en Área C en Palestina.
El objetivo del proyecto es empoderar a jóvenes palestinos de Área C de forma sostenible y equitativa frente a la COVID-19 a través del sector de agronegocio.
El proyecto combate la pobreza crónica y la falta de oportunidades de empleo en el Área C de Palestina, agravadas por el impacto del COVID-19, que debilitan su precaria economía con la pérdida de empleo de los trabajadores en empresas israelíes y un mayor aislamiento del resto del país, afectando seriamente los mercados agrícolas locales.