En los últimos días ACNUR informaba de cómo el invierno y los temporales de frío están afectando severamente a las familias que han huido de ISIS en Iraq o de la guerra civil en Siria y están refugiadas en otros lugares al de sus pueblos de origen en Oriente Medio.
El clima extremo ha causado estragos entre los refugiados sirios alojados en Líbano, Jordania y Siria.
En el campamento de refugiados de Zaatri, las condiciones climatológicas extremas están ocasionando inundaciones en las viviendas, colapsando las tiendas y obligando a cientos de refugiados a esperar que pasen las tormentas en refugios de emergencia o con vecinos y familiares.
“El invierno ha provocado una mayor situación de dureza a los sirios que de por sí ya están en una situación límite buscando cobijo seguro, comida y ropa, y cómo proteger a sus familias” dice Yacoub El Hillo, Coordinador de Ayuda Humanitaria en Siria en ACNUR.
Huyendo de esta situación se encuentran las familias cristianas huidas de la persecución de ISIS, y refugiadas en Bagdag, a las que la FPSC trata de ayudar (Ver #UnGritoDeAliento).
En relación al conflicto en Siria, desde que se inició en 2011, la FPSC ha puesto en marcha una importante labor humanitaria con el triple objetivo de salvar vidas, aliviar el sufrimiento y salvaguardar la dignidad humana. Las acciones de Ayuda Humanitaria de la FPSC se dirigen principalmente a los colectivos más vulnerables, menores, personas con discapacidad, ancianos, mujeres y minorías, por ser quienes padecen con más rigor las consecuencias de los conflictos armados
En los campos de refugiados de Jordania (Zaatri) y en las comunidades de acogida, tanto de Jordania como de Líbano, las acciones priorizan a los refugiados con discapacidad, ofreciéndoles servicios terapéuticos, medicinas y ayudas técnicas, desde bastones y muletas hasta sillas de ruedas y dispositivos ortopédicos.
En Siria se trabaja en el apoyo a los desplazados internos facilitando la salud, la educación y los derechos humanos a de las personas con discapacidad en la ciudad de Alepo.
Nuestro Director de Ayuda Humanitaria de la FPSC, Enric Roig, respondía así a una serie de preguntas relacionadas con el trabajo de la Fundación en el campo de la emergencia en estos países:
¿Qué ha hecho que los conflictos de Siria e Iraq estén batiendo todos los récords en cuanto a volumen de refugiados?
Hay un sinfín de razones que sería imposible enumerar ahora. Sin embargo algunas de las más relevantes serían, en mi opinión, la duración del conflicto, la dureza de la situación y la existencia de una cierta “cultura” de refugiados en la zona: desde hace más de 60 años, palestinos y otros grupos viven como refugiados en los países de la zona, y antes que ellos ya lo hicieron los armenios, por ejemplo.
Además, se trata de países con un índice de desarrollo humano medio: la población tiene acceso a un cierto nivel de educación y recursos, y esto se traduce en una mayor y mejor preparación para afrontar la condición de refugiado.
Finalmente, no podemos dejar de mencionar el “efecto llamada” que tiene la gestión de la emergencia por parte de Naciones Unidas y los demás actores que tratamos de paliar las consecuencias de estos conflictos. Si bien se trata de una medida necesaria, los mecanismos de ayuda humanitaria que entre todos hemos puesto en marcha pueden animar a más personas a buscar salida al conflicto a través de la condición de refugiado.
Desde el punto de vista geoestratégico, esta guerra empuja a los refugiados a países que ya viven de por sí en condiciones económicas y sociales muy delicadas. ¿Esto está dificultando mucho la situación?
Sin duda. Líbano y Jordania, por ejemplo, son países receptores de ayuda al desarrollo. Algunos recursos, como el agua en Jordania, son especialmente escasos. Y la población local ve cómo con la llegada de los refugiados sus propias condiciones de vida empeoran: los precios suben, desde los alquileres hasta los productos de primera necesidad. Hay menos trabajo. Los sueldos bajan, porque muchos refugiados están dispuestos (obligados, podríamos decir) a trabajar en condiciones que la población local no está dispuesta a asumir. La gente que vive alrededor de los campos de refugiados ve cómo llegan a diario y de modo gratuito todo tipo de productos y servicios como agua, electricidad o medicinas, por los que ellos deben pagar cada vez más dinero.
Por estos motivos, el campo de refugiados de Zaatri en Jordania ha tenido que cerrar su entrada principal durante algunos días de septiembre para impedir que la población local ataque a los trabajadores humanitarios.
Como medida de prudencia, el Gobierno jordano está exigiendo a las ONG que atendamos también a ciudadanos jordanos en nuestras acciones: al principio nos pedían incluir un 20% de beneficiarios locales. Ahora ya nos están pidiendo que la mitad de nuestros beneficiarios sean del país.
El éxodo está siendo masivo tanto en cristianos como en musulmanes. ¿Está teniendo más dificultad alguno de los dos grupos?
En ambos países y por motivos distintos, la situación de los cristianos es, en general, más delicada. Pero entre los musulmanes hay grupos tan vulnerables como los cristianos, o más. Personalmente, no creo que sea necesario ni positivo comparar el sufrimiento o la dificultad de los grupos en función de su credo. Aunque sin duda esta crisis está poniendo de manifiesto una realidad que hasta hace poco era prácticamente desconocida en Occidente: la existencia de comunidades cristianas autóctonas en Oriente Medio.
¿Es suficiente la ayuda internacional que se está recibiendo? ¿Cuáles son las mayores urgencias?
La ayuda, siendo muy abundante, nunca es suficiente. Para el 2014, y solo en referencia a la crisis siria, la ONU valoró en 6.500 millones la ayuda necesaria para paliar las necesidades de todos los afectados: es el mayor llamamiento que la ONU ha hecho nunca para un solo conflicto.
En este momento, las necesidades de Siria y las de Irak son muy distintas. Irak es todavía una emergencia reciente y las necesidades son las propias de esta situación: refugio, alimentos, medicinas y productos básicos. Siria, en cambio, se ha convertido en una “crisis prolongada”, donde los afectados llevan ya meses o años viviendo como refugiados o desplazados. Por esto, junto con las necesidades anteriores, entran en juego otras necesidades como la ayuda monetaria, la educación o el apoyo psicosocial.
¿En qué tareas concretas está trabajando la Fundación?
La Fundación Promoción Social de la Cultura ha trabajado en muchos sectores de la Ayuda Humanitaria, como la ayuda alimentaria, la distribución de artículos no alimentarios, la educación o la asistencia médica. Actualmente, en el marco de la crisis siria nos hemos especializado en la protección y atención médica de personas con discapacidad. Las personas con discapacidad que viven un conflicto armado constituyen uno de los grupos más vulnerables que se pueda encontrar. Muchos de ellos presentan discapacidades recientes causadas por el propio conflicto, como la amputación de un miembro, o la pérdida de algún sentido. Otros muchos padecen una doble vulnerabilidad al pertenecer a un grupo vulnerable (mujeres, ancianos, niños, minorías) además de presentar una discapacidad. A todos, independientemente de su raza, género, religión o filiación política tratamos de atenderlos con profesionalidad y cercanía, y les proporcionamos ayudas técnicas como sillas de ruedas, muletas o andadores.
Hemos establecido una clínica en el Campo de Refugiados de Zaatri, donde ofrecemos también servicios terapéuticos de rehabilitación.
En algunos puntos como en Alepo (Siria) o en varias localidades de Líbano entregamos medicamentos específicos para las personas con discapacidad.
Actualmente estamos trabajando para aliviar las necesidades básicas de familias cristianas de Iraq desplazadas desde el Norte del país a la capital de Bagdad que viven una situación de total precariedad.
Existe mucha necesidad y se puede colaborar con los proyectos de emergencia motivados por los conflictos de Siria e Iraq, poniéndose en contacto con la FPSC en el número de teléfono 913440176 o en la dirección de correo [email protected]