La única central eléctrica que hay en la Franja de Gaza lleva ya dos meses sin operar. Ubicada en el campo de refugiados de Nuseirat, el pasado 16 de abril apagó todos sus sistemas ante la falta de combustible para hacerla funcionar.
Esto ha hecho que los gazatíes hayan perdido 60 megawatios (Mw) de potencia, lo que supone aproximadamente un tercio de los 210 Mw de los que solían disponer a diario. Por ello, el ciudadano medio ha visto cómo se reducía el suministro eléctrico de la red general, desde las 6-8 horas que recibían antes, hasta apenas 4 diarias ahora.
Para paliar este déficit energético, los gazatíes utilizan generadores. El más pequeño consume un litro de gasolina –que cuesta 6 shequels (1,50 euros) cada hora– por lo que la inmensa mayoría de los ciudadanos de Gaza no pueden pagar esos precios. Esto es extrapolable a los pequeños agricultores y ganaderos, que igualmente necesitan utilizar generadores más caros para operar sus explotaciones agropecuarias, y que muchas veces se ven también sin capacidad financiera para hacer frente a esos sobrecostes (la electricidad de la red general es obviamente más barata que la que producen los generadores).
Naciones Unidas advirtió recientemente que la crisis energética en la Franja de Gaza está afectando severamente el suministro de agua potable, al tratamiento de las aguas residuales y los servicios de salud, ocasionando una reducción progresiva de la capacidad de los hospitales y clínicas.
El proyecto recientemente finalizado, ejecutado por FPSC junto a UAWC y financiado por la AECID en la Franja de Gaza, es pionero a la hora de aplicar la energía solar en pequeñas explotaciones ganaderas, en concreto en 33 granjas para la producción de pollos y huevos.
A través de este proyecto dichas 33 granjas cubren todas sus necesidades de electricidad al proporcionar luz nocturna (para las gallinas ponedoras), refrigeración en verano y calefacción en invierno. El proyecto ha tenido un segundo componente de rehabilitación de 7 pozos de agua para uso agrícola, que ayudan igualmente a garantizar el suministro de agua y a paliar la situación de inseguridad alimentaria.
El pasado 24 de mayo se celebró un taller a modo de colofón del proyecto en el que por un lado se mostraron los resultados obtenidos y se extrajeron las correspondientes conclusiones, y por otro la UAWC promovió ante los diferentes actores –ministerios, organizaciones internacionales, agencias de la ONU, ONGs internacionales y locales– la instalación masiva de energías renovables junto con el desarrollo simultáneo de la infraestructura necesaria para hacerlas ecológicamente sostenibles, es decir, respetuosas con el medio ambiente y la salud pública (por ejemplo la construcción de una planta procesadora de baterías y otros residuos que puedan derivarse de las energías renovables).
El 90% de los agricultores beneficiarios de la rehabilitación de los pozos piensan que se ha aumentado sus capacidad de resiliencia en el marco de crisis humanitaria estructural de la Franja de Gaza y han vuelto a alcanzar cotas de producción similares a las anteriores a la guerra de 2014.
Más de un 95% de los productores avícolas (un 6% de ellos son mujeres) recomiendan el uso de energías renovables a otros granjeros tras la ejecución del proyecto.