Compartimos con vosotros las primeras experiencias de nuestro expatriado en Etiopía, Rafael Aguayo, tras su primer viaje al país.
La FPSC desarrolla actualmente dos proyectos en la región con el apoyo de la AECID y Obra Social “la Caixa”, y próximamente iniciará otro más gracias a la financiación del Ayuntamiento de Majadahonda.
Estas acciones pretenden, de una parte, mejorar la calidad de la salud en la subciudad de Akaki Kaliti (Addis Abeba); y de otra, promover el desarrollo rural mediante la mejora de la productividad agrícola en Nekemte, que garantice la seguridad alimentaria entre la población.
“Mi último primer Viaje”
Por Rafael Aguayo Cano
Tantas idas y venidas por aquí y por allá, y aún no dejo de maravillarme cada jornada que amanezco. La principal razón de mi asombro está alimentada por la deliciosa pluralidad que incesantemente me sacia y que enriquece este exquisito planeta. Desde que agarré mi primer vuelo hasta que solté el último, he comprendido y asumido que nuestro mundo es pequeño pero que a pesar de todo en él cohabitan gentes tan diferentes y también tan semejantes que se distancian y se acercan manteniendo vivas las diversas teorías sobre el equilibrio de las cosas.
Etiopía es otro de esos destinos que me sorprenden a diario. Las diferentes realidades que coexisten hacen del país un mosaico de colores vivos definido por su multiculturalidad y por sus inmensos recursos que ofrece para que sean admirados. Y sin embargo, al mismo tiempo, Etiopía está tan necesitado de apoyo y ayuda… Quizás porque el modelo no funciona, quizás por su historia, quizás por la amplitud de extensión, quizás por un desigual reparto de riqueza, cómo no… tal vez por el conjunto del todo… o tal vez porque solo necesita más tiempo… el caso es que… no todos disponen del mismo tiempo para vivir.
Llegué en octubre, en medio, una vez más, de una situación “anómala” provocada por una crisis institucional con revueltas estudiantiles y con duras represalias por parte del gobierno. De nuevo hubo víctimas de la inestabilidad por una de estas anómalas circunstancias tan frecuentes en el continente africano que tanto amo. El país se encontraba inmerso en un estado de emergencia que justificaba fuertes restricciones por parte de los poderes establecidos. Esas restricciones harían mucho más difícil mi cometido como representante de FPSC en Etiopía. Por ejemplo, la disponibilidad a internet estaba muy limitada y hasta fuertemente censurada. En plena era de las telecomunicaciones, la simple imposibilidad de acceder a las redes sociales, de no poder enviar archivos o fotografías, etc., puede convertirse en un escollo difícil de superar para el habitual quehacer diario.
Para unir más trances a mi labor, uno de los proyectos del cual FPSC es responsable, está actualmente ejecutándose en la región de Oromía, donde precisamente se encuentran los principales focos de disturbios y enfrentamientos que han desembocado en el presente estado de inquietud política. Por lo tanto estrictos controles o “check point” imposibilitaron durante mis primeras semanas en Etiopía mis requeridas visitas a terreno.
El proyecto en Nekemte, pues así se llama la localidad donde se encuentra los asentamientos de los beneficiarios, tiene como objetivo central el mejorar la seguridad alimentaria a través del desarrollo rural mediante una serie de acciones que permitan un mejor uso de los recursos de los que disponen. Entre otros, se contribuye al asociacionismo a través de la creación de cooperativas; se mejoran las técnicas de cultivo; se crean viveros agroforestales para diversificar la producción y reforestar áreas degradadas para evitar erosión; se combate contra las termitas para luchar contra la deforestación y contra las enfermedades transmitidas por la mosca tse-tse al ganado, etc.
Mientras Addis Abeba se establece cual metrópoli orgullosa situándose como privilegiada entre las capitales africanas de mayor peso institucional dentro del panorama político internacional, Nekemte es actualmente una de esas ciudades que se desarrolla bajo la sombra de la gran urbe, manteniendo, por suerte o por desgracia, cierto encanto rural. El crecimiento en Etiopía claramente no es equitativo. No obstante, impresiona en Nekemte el constante ajetreo de sus calles, siempre repletas de gentes, la mayoría jóvenes, que pululan de aquí para allá, aparentemente sin destino fijo.
En el campo, en nuestra área de actuación, en nuestros asentamientos…, Mada Jalala o Sasiga, la estampa es un tanto distinta. Las gentes son llanas y trabajadoras, y bajo mi mirada solo necesitan ese pequeño empujón que les dé un nuevo impulso, suficiente para alcanzar un nuevo escalón que mejore sus aspiraciones.
En la subcity de Akaki Kaliti se encuentra el segundo de nuestros proyectos actualmente en ejecución. Cuando visité el St. Gabriel Health Center realmente me llené de orgullo de pertenecer a esta gran familia que es la Fundación. Aunque profesionalmente no provengo del ámbito sanitario, sí que en mi círculo más cercano he estado rodeado de médicos y enfermeros y por eso para nada me es extraño el característico olor a desinfectante y medicamento propio de hospitales, centros de salud y demás. Mi esposa, sin ir más lejos, pasea orgullosamente su bata de asistente sanitaria, y por todo ello me siento de alguna manera identificado también con la profesión.
El centro desde sus inicios, ya en el 2009, ha gozado ininterrumpidamente del apoyo de nuestra Fundación y gracias a ello se ha transformado en un referente en Addis. Cubre una de las áreas más marginadas de la ciudad y está centrado en reducir los ratios de mortalidad infantil de neonatos y menores de 5 años y de mortalidad entre las madres parturientas. En un país tan deficiente en gasto social (tal solo un 5,1% de su PIB destinado en sanidad), la búsqueda de apoyo exterior por parte de las instituciones sanitarias se convierte en una acuciante necesidad de orden prioritario. Las tasas de mortalidad son escandalosamente elevadas para cualquier país que se precie en crecimiento, y mientras el gobierno no revierta la situación, nuestra misión como ONG será la de paliar sus devastadores efectos (420 mujeres muertas por cada 100.000 niños nacidos vivos). Además, Etiopía ocupa una triste sexta posición entre los países con mayor número de afectados por la temible lacra del SIDA.
Nuestro pequeño milagro de St. Gabriel dispone de un edificio central donde se localizan en una primera planta las oficinas y en la planta superior las salas de curas, habitaciones para pacientes y quirófanos. A otro lado, en otro edificio anexo, encontramos el ambulatorio dividido en tres zonas: una primera para neonatos y niños menores de 5 años; otra zona para mujeres en estado de buena esperanza; y finalmente una tercera zona donde un laboratorio de análisis clínico juega un papel primordial dentro del diagnóstico.
Farmacias, cafetería y edificio de recepción de pacientes completan el amplio complejo destinado a mejorar la atención de una de las áreas más necesitadas en uno de los países más necesitados.
A veces tengo una obsesión enfermiza por que mi mente se abra del todo y entonces poder comprender todas estas realidades tan aparentemente distintas que coexisten en nuestro pequeño planeta. De esta manera –pienso– podré acercarme y entender a gentes tan diferentes pero tan iguales que en tantos lugares me acompañan o que algún día lo hicieron o lo harán. En realidad estoy convencido de que solo persigo maravillarme de nuevo cada día.