La región del Alto Egipto presenta uno de los mayores índices de pobreza de todo el país.
A pesar de los avances de los últimos años, esta realidad afecta especialmente a las mujeres, que ven cómo la desigualdad existente entre los géneros reduce sus oportunidades de empleo e ingresos, lo que está directamente vinculado con su presencia en la vida pública.
Por ello, el proyecto pretende promover la autonomía económica de las mujeres y dotarlas de capacidades profesionales y sociales suficientes para favorecer las opciones de búsqueda de empleo, incluido el autoempleo y el emprendimiento, y su participación en los espacios de toma de decisiones en Menya, Assiut, Sohag, Qena y Luxor; regiones expuestas, además, a importantes desafíos por la COVID-19.
Estas opciones de medios de vida que contribuirán a la inclusión social y económica de las mujeres, tendrán un reflejo en la población vulnerable de otras gobernaciones, a través de un programa de microemprendimiento basado en los resultados de otro proyecto de la Fundación en el país.
Este proyecto se abre a nuevas opciones laborales, hasta ahora apoyado mayoritariamente en el sector turístico, vinculadas a la sastrería. Junto a ello, el desarrollo de competencias específicas para empezar o escalar pequeños negocios y la integración del enfoque de derechos a través de capacitación específica, ayudarán a maximizar el impacto de liderazgo de las mujeres buscado.
Además, se contempla la formación de una red de jóvenes emprendedoras, que incluye la creación de un plan para el desarrollo de capacidades y un sistema de gobernanza. La coordinación de esta iniciativa con el Consejo nacional de Mujeres ofrecerá a las mujeres oportunidades de participación en la vida pública y la toma de decisiones.
El proyecto, apoyado sobre experiencias exitosas anteriores, ofrece igualmente un modelo fácilmente escalable y adaptado a las características y tradiciones culturales de la población, no siendo invasivo, pero a la vez planteando mecanismos orientados a conseguir cambios perdurables en el tiempo, como la integración de niños y niñas en actividades de sensibilización en torno a los derechos de género, la educación cívica y el liderazgo, fortaleciendo las habilidades sociales y el conocimiento sobre sus derechos a la población adulta del mañana.