13 noviembre, 2008
Centro de Estudios de Oriente Medio. Seminario: Cooperación para el desarrollo y Organizaciones No Gubernamentales. Trabajar en Oriente Medio, zona de conflictos

Representantes de la cooperación al desarrollo para los países de Oriente Medio se han reunido en Madrid los días 25 y 26 de noviembre con el fin de debatir a puerta cerrada los retos a los que el sector se enfrenta y las soluciones más eficaces para que los recursos lleguen a sus beneficiarios.

En el seminario, organizado por el Centro de Estudios de Medio Oriente de la Fundación Promoción Social de la Cultura (CEMOFPSC), han participado representantes de la cooperación del gobierno central y de la Comunidad de Madrid, así como un buen número de ONGD españolas e internacionales, especialmente de países como el Líbano, Palestina, Egipto, Jordania y Siria.
 
Durante los dos días que duró el debate, los 40 expertos abordaron de forma constructiva temas tan conflictivos como la interferencia entre política y cooperación, el peligro de la pérdida de fondos o el volumen de trabajo burocrático.
 
Durante la segunda sesión se elaboró un árbol de problemas que diferenciaba entre las dificultades de organización del sector que se dan en todos los países, y aquellos que afectan sólo a la región de Oriente Medio, ya sea por motivos políticos, culturales, o de otras peculiaridades de la zona.
 
Al terminar el seminario, uno de los participantes presentó un modelo de cooperación alternativa que, en base a las experiencias de otros países y en línea con las reformas de la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo (AECID), soluciona varios de los problemas previamente identificados y recogidos en el árbol.
 
La necesidad de este debate se puso de manifiesto al constatar el crecimiento de los presupuestos que las administraciones y los donantes particulares destinan al desarrollo. A modo de ejemplo, la Comunidad de Madrid ha multiplicado por cuatro su presupuesto para cooperación en los últimos seis años, y un crecimiento análogo se ha dado en la AECID.
 
Otra dificultad se da en el momento de identificar quién transformará de modo más eficaz esos fondos en ayuda a la población más desfavorecida. Los participantes en el debate coincidían en la necesidad de contar con la población local, los destinatarios de esa ayuda, que saben qué necesidades padecen y cómo enfrentarse a ellas.
 
Los efectos no deseados de la cooperación, como la dependencia que genera en los receptores o la justificación de ocupaciones militares, también fueron debatidos.
 
Quedó claro que el trabajo de las ONGD es constructivo cuando éstas son profesionalmente competentes y trabajan con la población local, ya que llegan de manera directa a los más necesitados y sin compromisos con los gobiernos.
 
“Más que procedimientos debemos controlar los resultados” indicó otro de los presentes “aunque debemos ser transparentes con los contribuyentes”. Y se preguntaba qué hacer si un gobierno es corrupto o cuando no existe gobierno. A veces, tareas tan necesarias como la recolección de basura no se implementan si no es una ONGD quien lleva la iniciativa.
 
Fue indicado también que desde el 2002 la credibilidad de Occidente, tanto Europa como Estados Unidos, ha declinado en Oriente Medio, y en su lugar han entrado otros mediadores para los conflictos como Turquía, Egipto o Arabia Saudita.
 
Las áreas y sectores prioritarios donde van a dirigirse los fondos para la ayuda, especialmente por parte de las administraciones, fue otro de los temas tratados, visto que los recursos aunque abundantes son limitados, y que para decidirlos se mezclan criterios de índole muy variada, como políticos, económicos o históricos. Se subrayo la importancia de hacer coincidir la agenda internacional con las necesidades locales.
 
A pesar de las dificultades, la conferencia animó a los donantes a seguir enviando su ayuda porque sin ella, y sin la mediación de las ONGD, la situación ya precaria de las poblaciones locales se hace insufrible.
 
Para casos de emergencia, los expertos señalaron la eficaz solución que se adoptó después del tsunami que afectó la costa asiática, cuando los ciudadanos españoles pusieron sus donativos en manos de las ONGD directamente, lo que hizo que la ayuda fuera mayor y llegara antes.
 
El respeto a la persona humana en cualquier parte del mundo en que ésta se encuentre, fue el punto de partida del debate realizado, como de hecho es el principio de toda iniciativa de desarrollo, puesto que quienes reciben la ayuda son más importantes que los recursos, que los gobiernos y que las ONGD.

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