El 28 de julio de 2010, la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el acceso seguro al agua potable y al saneamiento como un derecho humano, y la FPSC trabaja para contribuir a la consolidación de ese derecho fundamental de las personas, y, asimismo, para que en zonas áridas y semi-áridas se den los niveles mínimos de agua necesarios para la producción de alimentos.
Atendiendo a estos principios, en la actualidad, la FPSC desarrolla siete proyectos en diferentes regiones:
- Territorios Palestinos: Convenio 20014-2018: Desarrollo rural sostenible y equitativo en Cisjordania, incluyendo la puesta en uso y la gestión responsable de tierras y recursos hídricos para pequeños y medianos agricultores, y Fomento de la utilización de fuentes de agua no convencionales para mejorar el desarrollo rural sostenible en los TTPP por medio de capacitación, subvencionados ambos por AECID.
- Mozambique: Mejora de las condiciones de vida de la población en el sur de la provincia Sofala, mediante el acceso al agua y saneamiento, subvencionado por Canal de Voluntarios, y Fortalecimiento del Hospital Mangunde para la Mejora de la Salud de Mujeres y Niños en Chibabava, subvencionado por la Fundación Nando Peretti.
- Bolivia: Mejora de las condiciones de vida de cuatro comunidades rurales del departamento de Santa Cruz, Bolivia, a través del suministro de agua potable, subvencionado por la Junta de Castilla y León, y Mejora de las condiciones de vida de comunidades rurales en Bolivia a través de intervenciones dirigidas al abastecimiento de agua, subvencionado por The OPEC Fund for International Development (OFID).
- Haití: Incremento del acceso a los servicios de abastecimiento de agua y saneamiento sostenibles para la población rural pobre de Haití, subvencionado por The OPEC Fund for International Development (OFID).
En el Día Mundial del Agua, que se conmemora en todo el mundo el 22 de marzo, la FPSC celebra, en el marco de uno de sus proyectos, que el pueblo guaraní tenga por fin agua potable en sus viviendas.
Hace apenas veinte años un grupo de guaraníes abandonó la hacienda en la que sus familias habían vivido desde hace generaciones como “pongos” (régimen de servilismo abolido oficialmente en Bolivia en 1953, pero que aún pervive en regiones remotas del Chaco boliviano). No encontraron otro territorio en el que iniciar su vida como un pueblo libre más que en las agrestes estribaciones de la cordillera del Parabanó, en el municipio de Cabezas. Allí fueron arrancando a la selva pequeñas porciones de tierra cultivable, construyendo casas rudimentarias y, finalmente, fundando la comunidad de La Ripiera.
Han tenido que pasar más de tres lustros para que sus habitantes tengan agua potable en sus viviendas, y ello gracias al proyecto “Mejora de las condiciones de vida de cuatro comunidades rurales del departamento de Santa Cruz, Bolivia, a través del suministro de agua potable” que la Fundación Promoción Social de la Cultura y la Asociación para la erradicación de la Pobreza, con la financiación de la Junta de Castilla y León, vienen ejecutando desde 2014.
El proyecto no ha carecido de dificultades técnicas. El pozo, con 233 metros de profundidad ha conseguido arrancar agua al alma misma de los cerros, en una región donde el líquido elemento es tan valioso como el metal más preciado. Con un caudal escaso pero suficiente de 1,50 litros por segundo, se alimenta un tanque de 25.000 litros ubicado en la punta de un promontorio, desde donde la red matriz recorre cuatro kilómetros sorteando barrancas y lomas hasta desembocar en la comunidad, donde cada una de las 43 familias recibe agua del grifo en su propia casa… Con el acceso al agua potable, los habitantes de La Ripiera cubren su necesidad más apreciada como comunidad.
El largo camino del pueblo guaraní hacia la igualdad con el resto de la sociedad boliviana ha dado un paso más en esta lucha por la dignidad de una etnia que tanto tiene que enseñar al resto del mundo.