20 febrero, 2019
«No me considero entrometida ni obligué a la madre a seguir el tratamiento de su hija, pero estaba haciendo lo que pensé que era mejor para la paciente»

Así nos relata la enfermera de la Clínica de Salud Mental de la Fundación Promoción Social en Zahle:

Buthaina es una niña de 13 años, que ha vivido la mayor parte de su vida en un centro de ALDEAS INFANTILES donde ingresó después de que sus padres se divorciaran. Sus padres profesaban diferentes religiones, lo que se describió como la razón principal del fracaso del matrimonio.

La madre solía visitarla regularmente en el orfanato, pero el padre estaba ausente. La madre se volvió a casar, pero no se pudo quedar embarazada de su segundo marido, por lo que éste le propuso que llevara a su hija a vivir con ellos. ¡Y lo hizo!.

Una vez en casa, a la madre se le dieron medicamentos psicotrópicos para que se los administrara a su hija como parte del tratamiento. La madre estaba furiosa y no entendía por qué le estaban administrando medicamentos a su hija, así que los tiró todos, y dejó de darle de golpe a Buthaina, Risperidone . Era solo una cuestión de tiempo antes de que la niña comenzara a mostrar síntomas nuevamente; mentía a su madre y padrastro acerca de todo, y disfrutaba viéndolos pelear. Rompía cosas en la casa, era agresiva y golpeaba a su madre repetidamente entre otras cosas.

«Recuerdo el día en que la madre de Buthaina vino por primera vez a la clínica, era una paciente sin cita previa que había oído hablar sobre los servicios ofrecidos por la Clínica de Salud Mental. Vino mirando a su alrededor como si temiese que alguien la reconociera. Hablaba en voz baja y pidió ver al psiquiatra”.

Le explicaron el procedimiento, que tenía que entrevistarse primero con un case manager para que evaluara el caso y comprobara si necesitaba  ver al psiquiatra, pero la mujer se negó por completo y se puso en pie para irse. Luego, el psiquiatra entró en la habitación y la madre, por las conversaciones de las enfermeras, entendió quién era, se la llevó aparte y comenzó a hablar con ella. La psiquiatra le pidió a la enfermera que concertara una cita con la hija para verla  y observarla.

Buthaina fue diagnosticada con un trastorno de conducta, «un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que se violan los derechos básicos de otros o las normas o las normas sociales apropiadas para su edad», y se le prescribió Risperidona con terapia. La madre estaba  desesperada por intentar algo para ayudar a su hija, pero ella rechazó la terapia. La enfermera le explicó que era muy importante cumplir con la dosis y el tiempo de la medicación y lo qué pasaría si el paciente recibiera una medicación excesiva o si la medicación se suspendiera bruscamente.

También le explicaron claramente los principales efectos secundarios de este medicamento, incluidos los síntomas extrapiramidales  (efectos secundarios de los medicamentos antipsicóticos que incluyen: distonía – espasmos continuos y contracciones musculares, acatisia – inquietud motora, parkinsonismo- síntomas característicos como rigidez, bradiquinesia- lentitud del movimiento, temblor y disquinesia tardía- movimientos irregulares, bruscos) y todo lo que conllevan.

En la segunda consulta, la paciente llegó acompañada de su madre para un seguimiento con el psiquiatra y mostró un progreso inmenso con pocos efectos secundarios de la medicación. Todos estaban felices y satisfechos. El psiquiatra prescribió que la paciente continuara tomando la medicación. La madre estaba muy contrariada y decidida a retirarle su medicamento ya que veía que a su hija le estaba yendo bien y pensaba que estaba curada. Aquí, la enfermera le explicó que una enfermedad psiquiátrica no es algo de lo que una persona pueda curarse por completo, sino que es una enfermedad crónica que se puede controlar con alteraciones en el estilo de vida, medicamentos y psicoterapia, como la diabetes y la hipertensión.

«Estaba exhausta de que la madre dejara de darle el medicamento a su hija a pesar de explicarle todo con detalle. Incluso en casa no podía de pensar en este caso, ni durante la semana, así que decidí llamar a la madre y preguntarle por su hija, y menos mal que lo hice. Ella estaba tratando de reducir a Buthaina el medicamento a iniciativa propia y su hija comenzaba a mostrar algunos síntomas nuevamente. Fijamos la dosis de su medicamento con el psiquiatra y llamé a la mujer todas las semanas durante los siguientes 3 meses para asegurarnos de que todo iba bien con la paciente. No me considero entrometida ni obligué a la madre a seguir el tratamiento de su hija, pero estaba haciendo lo que pensaba que era mejor para la paciente”.

Desde el comienzo del proyecto MADAD: «Reducir las barreras económicas para acceder a los servicios de salud en el Líbano (REBAHS) de la UE en marzo de 2018, 98 niños / adolescentes (35 niñas y 63 niños) han sido evaluados y tratados en la Clínica de Salud Mental en Zahle con enfermedades que incluyen: discapacidad intelectual, epilepsia, autismo, trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) , trastorno de conducta, problemas de aprendizaje (como dislexia), esquizofrenia, trastorno de estrés postraumático y trastorno de adaptación.

El proyecto está financiado por la Dirección General de Vecindad y Negociaciones de Ampliación (DG NEAR) de la Comisión Europea y se basa en el objetivo general del Fondo Fiduciario Regional de la Unión Europea en Respuesta a la Crisis Siria (“Fondo MADAD”) de responder a las “necesidades de los refugiados de Siria en los países vecinos, así como de las comunidades que acogen a los refugiados y sus administraciones, en particular en lo que respecta a la resiliencia y la pronta recuperación”.

No hemos mostrado el nombre de la enfermera como ella indicó, para preservar su identidad. El nombre de la paciente también ha sido cambiado por la misma razón.

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